Y en un momento todo termino…
El sol nuevamente gobernaba en el alto cielo, los animales nocturnos dormían y los diurnos salían a buscar comida. Las personas se dirigían a su labor, todo estaba en la normalidad.
Pero a lo lejos estaba él caminando ajeno a todo, no le importaba la sangre en su ropa o rostro, no le importaba las miradas sorprendidas de los habitantes de “la aldea” solo le importaba cumplir con su misión. Era lo único que ahora tenía sentido.
Para que pensar en el horror de la guerra, para que pensar en la sangre inocente que se secaba en sus manos temblorosas, no importaba que las lagrimas nublaran su visión y la boca seca quemara sus labios marchitos; ni siquiera importaba el dolor abrasante de su vientre o su hombro; lo único importante era llegar con ella, cumplir su misión y poder estar en paz.
El sol quemaba sus brazos y sus pies flaqueaban después de tanto caminar, sin embargo por fin llegaba a la entrada de “La aldea” ahí estaba ella: hermosa con su vestido blanco y su cabello fino y sedoso al aire. Como pudo el mensajero camino hacia ella acelerando el paso, su cuerpo desecho no le permitía caminar sin tropezarse pero ya podía verla. Ella confundida parecía verlo pero veía más allá ¿por qué no viene a ayudarme? Se preguntaba destruido.
Al llegar a ella sus piernas adoloridas y moreteadas no pudieron más y se derrumbo hincando a sus pies ella la veía con benevolencia decepcionada. Se alegraba de verlo, pero ¿por qué no me abraza? Las lágrimas volvieron a asomarse. “No pienses en eso… cumple tu misión”
El mensajero saco un anillo manchado de sangre, tomo la cadena rota que lo sostenía y sin parase se lo ofreció a ella, sin mirarla, a manera de disculpa.
Primero una lágrima solitaria salió de los ojos miel de la dama, no necesito palabras, la sola presencia del anillo era más doloroso que explicaciones vacías. La dama tomo el anillo y lo llevo a su pecho un suspiro involuntario salió de lo más profundo de su alma, luego otro. Luego no pudo resistir más y lloro desgarradoramente todos en “La aldea” la oyeron y supieron lo que significaba: su campeón había muerto. Sin poder resistirlo más se derrumbo junto al mensajero. Su cuerpo ardía de dolor, un dolor indescriptible de saber que estaba sola en el mundo, el dolor de haber perdido a su amor, a su campeón. Se retorcía en cuerpo y alma, gritaba de desesperación mientras abrazaba lo único que había quedado de él.
El mensajero, había cumplido su misión y veía a la dama revolcarse entre el polvo quería consolarla abrazarla pero no se atrevía, su mano se acerco al hombro de ella, con un movimiento violento ella lo alejo. Por un momento él lo vio, vio el reproche en sus ojos y supo que todo había sido en vano. Nunca sería su dama….
Le pidió un último esfuerzo a su cuerpo y dejo sola en su dolor a la dama.
No había obtenido la paz que tanto anhelaba, no tenía nada, había perdido al campeón, a la dama y era el ultimo que quedaba, pronto ellos vendrían a terminar su misión y todo habría sido por nada….
“Dejo esta carta para disculparme con todos, la caída de todo lo que aman es por mi culpa, por un momento creí que si él no volvía ella seria mía ¡que tonto fui! Él era mi mejor amigo, él era el único que me entendía, pero aun así lo traicione por una oportunidad, una esperanza para estar con ella ¡no era justo! Yo la amaba desde antes que él la conociera, pero ella lo miro a él, cómo era posible eso… yo siempre la apoye, siempre estuve con ella y ahora no escucho más que su lamento y su dolor me pesa más que mis heridas… pronto moriré y a nadie le importa, todos siguen recordándolo, moriré solo y el único que me podría acompañar murió por mi mano, no por la del enemigo…lo siento…en verdad lo siento”
Y en un momento todo termino…

No hay comentarios:
Publicar un comentario