miércoles, 24 de junio de 2009

No me digas que me conoces mujer,
Solo porque me has visto en días soleados
Y de mi sonrisa eres participe
No digas que me conoces
Si solo caricias y besos recibes
No lo digas por favor
No conoces los caminos a ningún lugar
Que tiene mi corazón
Ni los oscuros precipicios de mis deseos
Acaso has visto el abismo solitario y perdido en mi mirada
O la furia de la tempestad en un grito sin sentido
Mira el vacio al cual me transporta mi memoria
Y cuando salgas llena de confusión por un día de capricho infantil entonces
Ódiame, aléjate, ríete, quédate
No me importa
Pero solo entonces podrás decir que me conoces.

Lejos de la Izquierda del viejo Roble.

Dedicado a Mario Benedetti, gracias por enseñarme el amor a la poesia
Al leerte me transportas a tu nostálgico parque, puedo sentir la pasión y emoción de aquellos jóvenes que siempre encuentras en el jardín botánico, el helado aliento de los fantasmas que lo habitan me murmuran tranquilidad en el oído.
Magia, paz, lluvia y emoción; bendito seas por llevarme allá… pero te tengo que dejar de leer para darme cuenta que aquí estamos muy lejos de tu viejo roble. Aquí en el camión lleno de gente con cara triste no hay magia, ni lluvia solo un sol desgarrador y castigador; no hay fantasmas, ni pasión solo cansancio y en el radio una mala canción.
Quiero volver a leer, pero mi parada está por llegar, solo puedo mirar los negocios de chatarra y el tráfico; solo puedo oír el motor incesante y esa misma mala canción; solo puedo sentir el calor agobiante del camión y una sensación de intranquilidad que acentúa que estamos muy lejos de tu viejo roble…