Las risas de los niños en la calle son enmarcadas por la música del celular de uno de ellos, todos toman cerveza, fuman y ríen. Viven su juventud sin inquietudes ni grandes problemáticas. Sus pantalones de mezclilla están sucios por la “cascarita” que acaban de jugar, sus tenis gastados por el uso constante, en su cuello un escapulario de San Judas Tadeo que presumen con orgullo; su cabello rapado forma figuras de ladrillos y líneas en las sienes.
En el suelo están tiradas sus mochilas y uniformes de secundaria. Los niños se fueron de pinta y han tenido un gran día. Se fueron a jugar video juegos en la casa de uno de ellos, fueron a la casa de otro a bailar con sus amigas, jugaron futbol y ahora el grupo esta simplemente en una esquina disfrutando de anécdotas y bromas secretas.
--Bueno cabrón, ya sácala. –Dice con alegría uno de los niños.
--Psss ¡estate! No la voy a sacar ahorita cabrón. –Contesta el más alto de ellos, su rostro se nota más duro que el de los demás, su vida no ha sido tan sencilla como los otros imaginan, su familia se ha encargado de eso.
--¡Andale! no seas puto.
--¿Quieren verla?
--Si
Contestan todos al mismo tiempo. Emocionados por la aventura de lo prohibido.
--Está bien putos aquí esta. Dice el más alto de ellos mientras saca el frio metal de una pistola 9 mm.
La pistola es vieja, sucia y está mal cuidada, sin embargo para los niños es preciosa, brilla a la luz de la luna con el misticismo de un instrumento creado para matar.
Todos guardan un silencio supersticioso. No pueden dejar de verla sin miedo y reverencia.
--Mi Tio me la trajo de El Otro Lado, dice que él tiene un cuerno de chivo, este fin de semana me dejara usarla, pero me dio esta para acostumbrarme.
--¿Y tiene balas?
--Obvio que si idiota, una pistola debe estar siempre lista para usarse.
El niño más alto voltea a ver sus amigos, nota el asombro y le gusta la atención. Con la pistola se siente fuerte y seguro, es un guerrero valiente y todos le tienen miedo. El alcohol en sus venas lo llena de calor y empuje.
Grita con una fuerza salvaje, todos lo siguen. Y lanza el primer tiro al cielo, el segundo y el tercero. Un perro ladra a lo lejos, las ventanas se cierran y las personas a su alrededor se alejan del grupo de niños. Todos se dan cuenta y empiezan a gritar a su vez, ríen y brincan alrededor del niño con la pistola.
–Ahora les daré un plomazo cabrones.
Entre risas todos agarran sus cosas y se echan a correr. El niño con la pistola los persigue mientras dispara al cielo, aúlla y siente el frenesí de la cacería.
Después de la cacería todos están cansados, de tanto reír y de tanto jugar, se tiran al suelo en la esquina de su calle mientras recuperan el aliento.
–Necesito un cigarro.
Dice uno mientras, se toca el pecho, le cuesta respirar; otro niño le avienta la cajetilla y el encendedor.
Con humildad el más jóvenes de los niños se acerca al niño con la pistola y le pregunta bajito para que nadie oiga.
¿qué se siente disparar?
--Es la puta onda, te hace sentir seguro, cabrón.
--¿Puedo disparar?
El niño con pistola lo observa, lo desnuda con la mirada, está midiéndolo ¿será suficientemente hombre para hacerlo? El más joven de los niños adivina las dudas y dice
–Prometo entregártela rápido solo un disparo, soy un hombre cabrón.
--Esta bien, pero solo un disparo.
--Si, lo prometo.
El niño más joven toma la pistola, es más pesada de lo que había imaginado, pero aun así logra sostenerla con cierta maestría. No deja de observarla ¿qué estará pensando? Se preguntan sus compañeros y empiezan a burlarse de él, hay risas, bromas y pequeños golpes en los hombros.
Un ruido ensordecedor calla a todos, la gente se asusta y corre, algunos más valientes se acercan para ver que sucedió. El niño más joven esta cubierto de sangre y pólvora, pero no es su sangre, es la sangre del dueño de la pistola. Todos lo demás jovencitos se quedan congelados, en una fracción de segundo sus rostros vuelven a mostrar el miedo inocente de su edad, miedo por la impotencia que creían haber superado, pero al reaccionar con lagrimas en los ojos se echan a correr, huyen del monstruo que mato a su líder, huyen de las consecuencias y de todo mal.
--Te dije que era cabrón, pendejo.
